PALO BRONCO

Dueño: Osain (se le atribuye también a Elegguá, Oggún y Changó)

En la santería, los orishas, deidades y espíritus, desempeñan un papel central. El ngangulá y osainista son individuos que han desarrollado una profunda comprensión de estas prácticas y de la conexión entre la naturaleza y el ser humano.

Al sostener un bastón o una rama seca de palo bronco, están armados contra cualquier adversidad. La experiencia se transforma: ya no hay riesgo de perderse, nadie va a enfrentarte, las avispas y hormigas no representan amenaza alguna, y los animales dañinos parecen esfumarse.

El majá, esa serpiente de ojos penetrantes y peligrosos, opta por alejarse del bronco, respetando su poder. Incluso las espinas ponzoñosas parecen retirarse, y los espíritus oscuros, conscientes de la defensa que brinda el palo bronco, deciden no acechar. Las emanaciones ominosas de árboles yaguas malignas, hogar de fuerzas negativas conocidas como ndokis, no pueden atrapar al que porta este poderoso amuleto.

El palo bronco se convierte en guía y protector, como un confidente de la naturaleza misma.

Algunos santeros no se aventuran sin empuñar esta vara mágica, en bosques que les sean desconocidos, Estos bastones protectores, cargados de magia, se fabrican también con madera de olivo y de avellano, y cuando es necesario, o quizá conveniente que no sean muy fuertes, con caña de Castilla (de olivo era el famoso bastón de Andrés Petit de quien tantos milagros se cuentan).